MARATON SEVILLA 2025 (by Somo y amigos)

por | 01/03/2025

Finalmente me he decidido a plasmar lo que para mí fue el 40 MARATON DE SEVILLA en una crónica. Las dudas venían por la dificultad que supone plasmar en un papel los sentimientos vividos, no ya el 23 de Febrero de 2025, sino desde aquel sábado de Diciembre de 2023 en que empezó a fraguarse la idea de afrontar este reto.

Y es que apenas dos semanas después de acabar el Maratón de Donosti y en plena preparación de la San Silvestre Vallecana de 2023, mi amigo Busto y yo decidimos ir a compartir un rodaje a Territorio Javi Falto, la Cañada Real de Meco. Durante el entreno las conversaciones maratonianas son las compañeras de viaje y se mezclan las sensaciones maravillosas que traíamos los azudenses de San Sebastián con las sensaciones horrorosas que tenía el de Meco tras sus dos pasos por el Maratón de Madrid. Al acabar el rodaje y sin apenas hablarlo entre nosotros lanzamos a Javi una propuesta: “esto hay que cambiarlo, Javi; no te puedes quedar con esas sensaciones porque el maratón te debe una. Elige sitio y nosotros lo hacemos contigo”.

No hubo respuesta en ese momento, ninguna palabra, sólo lágrimas . Y ese llanto era una mezcla de un “no voy a llegar” y de un “no me creo que estéis dispuestos a hacer eso por mí”. Pero mejor que no lo expresara con palabras, porque a nosotros el nudo en la garganta no nos hubiera permitido responderle.

A partir de ese día y ya más tranquilos fuimos dando forma a la propuesta: Madrid, ni de coña; Valencia, masificado e imposible; ¿Sevilla? ¿Y Sevilla 2025?. Javi seguía teniendo dudas; nosotros, cada vez más claro. Decidimos lanzarlo al grupo porque sabíamos que alguno más picaría (17 finishers no está nada mal, más alguno como Mancheño que se quedó por el camino) y además animaría a Javi a terminar de decidirse. Y lo hizo. Primer reto conseguido, ya estamos inscritos.

A partir de ahí, normalidad, compartiendo carreras con él – 10k Navarrosa, MM Azuqueca, 10k Nocturna, 10k Villanueva – y con su mano al hombro. Ahí constatamos que para un 10k ese método funciona, que para una media es un suplicio y que para un maratón y encima masificado, puede ser un infierno tanto para él, que lleva un brazo levantado con el que no puede impulsarse en braceo natural, como para el que le acompaña que ve ligeramente frenado, en ocasiones, su avance. En mi caso estas carreras también sirvieron para darme cuenta que tenía que entrenar muy duro para poder aguantar su ritmo durante 42 kms. Eso sí, llevar a un tío como Busto al lado, te quita mucha presión.

Después de verano empezamos temporada con el objetivo de cumplir en la Media de Benidorm, pero mirando de reojo ya al Maratón de Sevilla. Javi y Busto no vienen a Benidorm, así que ellos van a otro rollo: el primero con pequeñas lesiones que le impiden tener continuidad; el segundo, con conciertos, cenitas y demás vida social (lo que trasciende), pero entrenando en su Cañada como un toro (de lo que no te enteras porque no tiene Strava el muy c….).

Para más inri, yo vuelvo de Benidorm con la confirmación de que mi rodilla no está para muchos trotes; así que me planteo de inmediato ir al traumatólogo y hacerme pruebas 4 meses después de empezar con los dolores (soy así de terco). El parte médico confirma que hay un “pequeño destrozo” articular pero que se puede evitar la cirugía y que lo vamos a combatir con sesiones de fuerza. Sólo le hice una pregunta: “¿Y puedo correr?”.  “Hasta donde te deje el dolor”, me contestó. “Mire, es que tengo que correr sí o sí el Maratón de Sevilla dentro de 2 meses”. “Me has preguntado que si puedes correr, no si puedes preparar un maratón. ¿Y cómo quieres hacerlo?”. “ Tres o cuatro días de carrera, 1 o 2 de bici, y fuerza, mucha fuerza”. Su última frase es la que quería escuchar: “Inténtalo, pero aunque llegues, un maratón son unos 40.000 impactos. Esa rodilla es difícil que aguante”. No sé cómo deciros que salí de esa consulta liberado, nadie me había prohibido o impedido intentarlo y todo dependía de mí. Así que dije, vamos a ir sumando días y aproximándonos al reto y hasta donde lleguemos.

Diciembre es el mes por excelencia en mi calendario atlético, así que salir de esa consulta un 13 de Diciembre sin la prohibición de correr me hace tener un chute de moral importante. Carreras como la de las Empresas (día 15), Legua de Camarma con Javi (24), y San Silvestres Azuqueca y Vallecana con Aurora, Sandrita, Javi y el gran Rafa (31) no se me iban a escapar. Y entre medias, a ir acumulando kms y ver cómo va respondiendo aquello en lo que mi mente ponía toda su atención desde que arrancaba a correr. Pero cuando pasa Navidad, viene la Cuesta de Enero: ya todo se focaliza en intentar llegar al día D, las sesiones de entreno son más largas, las compañías más escasas (salvo esos domingos con mi fiel compañera Angélica), la motivación intacta, pero la esperanza fluctuando dependiendo del día.

Cada vez esto está más cerca y seguimos en la pomada: Busto empieza a estar como un bicho (es fiable, no, lo siguiente) y con Javi empiezo a quedar algún domingo para probar el nuevo método de la “cinta a la muñeca”. Esa era la excusa, en realidad quería quedar con él para ver cuánto de fuerte estaba y calibrar hasta qué km podría aguantarle sin que me reventara. La verdad es que estas quedadas con otros maratonianos sumándose a la fiesta las recordaré de por vida (soy así de nostálgico). Metimos por medio incluso la Carrera de Alovera para, saliendo desde atrás, entrenar el nuevo método rodeado de gente; nos vendría bien para Sevilla donde solos precisamente no íbamos a estar.

Así que con la moral por las nubes, la satisfacción de haber llegado hasta allí y los miedos de siempre, nos presentamos la mañana del 23 de Febrero de 2025 en el hall del hotel en plena Avenida de Hércules. Los primeros pasos camino de la salida son de sentirnos los raros: “ ¿Por aquí pasa la carrera?” preguntan unos chavalitos con ojos que ya ni parpadean. Y es que alrededor de nosotros sólo había gente que todavía no había tocado sábana esa noche. Barril se descuelga con un “¿Pero sabéis alguno por dónde se va a la salida?” . No hubo respuesta, empezamos a andar hacia abajo y a los 300 metros empezamos a ver gente con ropa deportiva andando todos en nuestra misma dirección: “Mira Barril, tú sigue a éstos”. Y ahí ya empezamos la ronda de anécdotas, chistecillos e historias que nos sacan carcajadas nerviosas más que reales. Cuando veía a Hita reírse yo pensaba, ¡qué felicidad, cómo se nota que no sabe a lo que se va a enfrentar. Cuando repita, ya no se reirá tanto!.

Y llegamos a la zona de salida, atasco, controles, nervios, la hora se echa encima, que nos tenemos que dar toda la vuelta para entra al cajón, que me meo, que al final me hacen calentar cuando no quería. Y en medio de todo eso, vamos perdiendo efectivos, hasta vernos los 3 que empezamos aquella idea 15 meses antes, más Barril que improvisando, decide en ese momento venirse con nosotros. Grupo perfecto, pensé; ah, no, que falta Angélica… Joder, si esperamos a su paso por el baño con la cola que hay, no llegamos al cajón. Sensación de impotencia porque estaba para venirse con nosotros a nuestro ritmo, había entrenado para ello e iba a comerse la carrera ella solita. Se doctoró y nos lo confirmó 3 horas y pico más tarde llegando 3 ridículos minutos por detrás de nosotros. Rota, pero inmensamente feliz, que alegría nos llevamos al verla.

Pero volvemos al principio.  Con tiempo, nos hubiéramos ido al cajón negro que teníamos Busto, Barril y yo (Javi tenía el azul, pero hubiéramos entrado, seguro). Pero sólo nos dio tiempo a llegar al azul y no a “pelear” el negro. “Nos metemos aquí y ya está” dijimos. El que controlaba la entrada al cajón nos advirtió que el nuestro estaba más adelante, pero no había tiempo. Fue entrar al cajón y la gente empezar a correr hacia adelante. Esto había comenzado y sin tiempo para pensárselo.

Los primeros kms son difíciles de gestionar, mucha gente, un ritmo que quizás no era el nuestro, el caso es que se ve a Javi inseguro. Va conmigo con la cuerda pero a la vez con el brazo en el hombro de Busto que ofrece una y otra vez para que tome confianza. Y Barril, nuestro Gran Barril, de punta de lanza abriéndonos camino y avisándonos de obstáculos, baches y demás que se nos podían escapar por la masificación. Vaya equipo, pensé. Hacemos falta todos, qué bien que el Maestro se haya quedado aquí. Qué rabia que Angélica no esté.

Cuando parece que empiezas a coger sitio llega el Puente de la Barqueta, estrechamiento y nueva dificultad: adelantar al globo de 3:30 que lleva tras de sí un montón de gente. Para esto tendríamos que haber hecho un Master, pensé. Pero lo pasamos bien, pidiendo permiso educadamente y desplazándonos en sintonía perfecta los 4 sin maniobras bruscas.

Pero al poco viene el primer avituallamiento, el único con botellas. Busto lo ve y dice “Quedaos ahí, que yo pillo botellas”. Barril hace lo mismo, pero es que a mí tampoco me pilla a trasmano, así que también cojo botella. Salimos de allí como el que salía del Mercadona. Nos vinieron bien porque mantuvimos botella en mano hasta casi la media maratón.

Al poco vemos aproximarnos a otro grupo numeroso y un globo comandando y pienso “no jodas que damos caza al de 3:15”. Pues no. Era otro globo de 3:30 transitando por lo menos 2 minutos delante del otro. Así que, pequeño bajón, más aún cuando enfilamos la avenida que nos aproxima al puente para abandonar Triana y un amable señor entre el público grita. ”Vamos máquinas, que ya sólo os quedan 30”. Menos mal que los malos pensamientos te los quitan de un plumazo los ánimos y vítores de los cientos de espectadores apostados a ambos lados del puente. Y estábamos nuevamente en el punto de partida, pero con una hora menos de carrera por delante.

La subida por la Avenida del Torneo – porque es subida, tendidita, pero subida (¿y si no por qué el agua del río va ahí en dirección contraria?) – es muy chula: Torre del Oro, Maestranza, río, mucho río, nunca acaba el río… Pero apenas te da tiempo a contemplarlo, porque seguimos rodeados de gente, 15 kms después de la salida. Pero nos da, una recta tan larga, para ir desplazándonos a la derecha con la única intención de salir bien en la foto que Irene y mis chicos nos iban a echar allá por el km 15. Y es que si el lema de “sin foto no hay entreno” ha calado y es diario, imaginaos en un maratón, no hay que perder oportunidad porque es una vez en…No hubo foto, sí video. Vale igual.

Seguimos en perfecta sintonía los 4 camino del medio maratón, cada uno con su estrategia de alimentación, pero con la misma estrategia de hidratación: aprovechar los vasos de los puntos de avituallamiento y completar con las botellas si alguno se ha quedado corto. Al pasar por el 19 Javi expresa su liberación, se ha quitado la losa moral del kilómetro en el que petó en Madrid y da muestras de que esta vez nadie le va a parar. A mí me acojona, la verdad, porque transmite una fortaleza física y, a partir de ahí, mental increíble; además miras adelante y ves a Barril, con un motoraco impresionante y al que sólo la carrocería le frena un poco; y te vas hacia la derecha y ves a Busto, hablando sin tartamudear, aplaudiendo él al púbico, animando a alguno que empezaba ya a renquear, en una palabra, SOBRAO. Fueron mis peores kilómetros, de sentirme el eslabón más débil y me concentré en llegar a la zona chula (km 34) vivo. Tan fuerte fue ese pensamiento y ese objetivo que me desconcentré un par de veces de mi misión y Busto y Javi tuvieron dos tropezones que casi dan con ellos en el suelo. La escena posterior es para verla: Busto, “perdona Javi, me he cruzado”; Javi, “qué cojones perdona si te he hecho la zancadilla”; Busto “ y yo te he reventado la espinilla con el talón”; y cuando ya se callan salto yo con un “perdonad, ha sido despiste mío”. Y otra vez a empezar la ronda. Parece una tontería pero ese kilómetro de repartir culpabilidades hizo que mi cabeza volviera en sí y empezara nuevamente a pensar en positivo.

Y efectivamente, llegamos a la zona chula del km 34 como había buscado, no sólo vivo sino que con los ánimos de la gente en Plaza de España y con los gritos de los míos a la salida del Parque María Luisa, salía pletórico. Ahí les dije a mis compis que disfrutáramos de esos momentos, que era por lo que habíamos sufrido durante tres meses. Busto me consta que lo hacía, Barril ya pensaba en alzar el vuelo, pero Javi empezaba a no transmitir la euforia de antes.

Atrás quedaban 34 kilómetros, por delante 8 que en mi cabeza estaban divididos en 2 bloques de cuatro: hasta el 38, aguantar como sea; del 38 al 42 lanzarnos hacia abajo con todo lo que quede. Pero mi estrategia era totalmente acorde con la de Busto, pero incompatible con la de Javi que había entrado ya en modo supervivencia. Bajamos el ritmo para adaptarnos a la nueva situación, 10 segundos escasos por km, aún así nos daba para ir adelantando gente por las amplias avenidas de la  zona de La Macarena.

Y así llegamos al 38. Giro a la izquierda, lo tomamos bien pues fue nuestra zona en toda la carrera por evitar el centro masificado y facilitar los avituallamientos, pero ahí nos encontramos con un nuevo obstáculo con el que no habíamos contado: las calles se estrechan, el pavimento empieza a ser adoquinado, la dificultad para adelantar es grande, pero además se une el riesgo de ser arrollado por los que venían con nuestra anterior estrategia de tirarse “pabajo” con todo. Si encima, añades que en los avituallamientos ya la gente se para a beber delante de ti y que los railes del tranvía se unen a la fiesta, pues ya tenemos de todo. Vamos, que los 3 kms que van desde el 38 al 41, son todo lo contrario a lo imaginado, la palabra estresante se queda corta, la palabra peligrosa, también. Cualquier despiste podía dar al traste con la ilusión de llegar a meta, después de 40 kms.

Justo ahí, una voz conocida nos pega un grito: “vamos Busto, Javi, Somo, máquinas”. Entre nosotros nos miramos, joder, parecía Amadeo. Y yo pensé, qué cabrón, está de vuelta al hotel ya. Pero no, iba andando por una fatalidad después de 39 kms impolutos. Preparación impecable la suya, cabeza en su sitio en todo momento, carrera perfecta y acorde a lo entrenado, pero el maratón es cruel muchas veces y te espera a la vuelta de la esquina para darte el mazazo. Esta carrera es así: si haces las cosas mal, te mata; si las haces bien, te puede matar; si las haces perfectas, hay todavía alguna posibilidad de que lo haga y a él le tocó. Pero ENORME gesta la suya, el maratón hay que valorarlo en su conjunto y no solo el día que te enfrentas a los 42.195 metros y su conjunto ha sido ROTUNDO.

Fue llegar al km 41 y a mí el estrés se me fue de un plumazo, pasé de la oscuridad a la luz, de la noche al día y eso hizo que me empezara a subir una alegría que, desgraciadamente, no era acompañada por mi otro yo. Y empecé a pensar en la estrategia de llegar a meta, de soltar la cuerda los últimos 100 metros para que Javi entrara solo, por que él solo estaba haciendo esa gesta, y me aceleré, nos aceleramos, dejé de pensar en el grupo para pensar en mí, en que mi rodilla no me había fallado, en que se aproximaba la meta y tenía fuerzas para sentirlo, vivirlo, disfrutarlo. Y le instábamos a Javi, porque Busto iba aún mejor que yo, a que él lo hiciera también, que era lo que habíamos pactado alla´por Diciembre del 23, que lo íbamos a cumplir, que era nuestra sueño y se estaba haciendo realidad. Pero él sólo aguantaba, la cuerda se tensaba pero él seguía, no hablaba pero no dejó de luchar. Y enfilamos la recta de meta y ahí, al menos yo, entré en otra dimensión, mi mente sólo recuerda que íbamos los 3 en paralelo, no recuerdo que hubiera nadie a nuestro alrededor y nuestro brazos se levantaron, sin mediar palabra, de forma espontánea y los 3 nos hicimos UNO y cruzamos la meta y el instinto nos unió en un abrazo sincero, sentido, interminable. Y a él acudió afortunadamente nuestro cuarto hombre, el gran Francisco Javier Barril, porque sería injusto que se hubiera quedado fuera de ese momento.

Y así acabó esta historia, igual que empezó 15 meses atrás, con LAGRIMAS, pero esta vez, de FELICIDAD.

Un pensamiento en “MARATON SEVILLA 2025 (by Somo y amigos)

  1. Pedro Baquero

    Los pelos como escarpias, frases para mármol, y aún así, lo
    que habéis vivido solo lo sabéis vosotros. No sabéis con qué intensidad viví vuestra carrera a más de 500km, cuando me saltaban a la vez los pasos de los 4 se me ponían los pelos de punta pensando en ese perfecto engranaje de esfuerzo, amistad y generosidad para llevar a buen puerto a un amigo, de parte de otros tres amigos. Sois una maravilla de personas que queréis que os diga .

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