Bueno pues voy a contar la experiencia que ha sido estrenarme corriendo en Sevilla, en este caso mi segunda maratón, junto con 4 compañeros del Club como son David Somolinos, Fran Busto, David Cortes (Darwin) y Enrique Espejo. Después de Madrid 2016, en la que conseguí ser finisher, para este año, con la experiencia previa y la promesa de un recorrido más amable, mi idea era intentar buscar un tiempo determinado, que tras muchas cábalas e intentando ser sensato en función a mis capacidades estimé en 3:45-3:50. El ritmo previsto para 3:45 me obliga a ir a un ritmo de 5:18/Km según Garmin, ya que debo prever que el GPS me dará unos 400 metros más que el recorrido homologado.
La verdad que la preparación se me ha hecho larga y pesada. Meses de salidas nocturnas muy largas, con frío y mal tiempo, y muchas veces solo…he terminado un poco cansado mentalmente, aparte de mis habituales problemas físicos, aunque no me puedo quejar.
El caso es que Sevilla es además de todo, la tierra donde se ha criado mi mujer, y teníamos múltiples compromisos con familiares y amigos, lo que condicionó bastante la jornada del sábado en la que salí del hotel a las 9 de la mañana para desayunar y visitar la feria del corredor (habíamos llegado la noche anterior, y menos mal), y regresé sobre las 21:00, muy cansando y nervioso por no haber podido descansar. Menos mal que en la comida coincidí con el marido de una amiga de mi mujer, Escalante, también maratoniano, y estuvimos frikeando toda la tarde con nuestras tonterías de corredor. Que por cierto, él llevaba un par de maratones rondando el 3:30 y al final conseguiría romper esa barrera tan bonita y tan complicada para un amateur con un 3:28 espectacular y del que me alegro infinito, ya que es un premio a la constancia. Bravo amigo!
El caso es que la jornada fue tan larga y estaba tan tenso que no pude pegar ojo hasta la 1 de la madrugada, y a las 5 me desvelé empapado en sudor y moqueando, pensaba que me estaba poniendo malo en aquel mismo momento, nunca me había pasado somatizar nada de esa manera, porque verdaderamente no me pasaba nada en realidad, más que un poco de alergia.
A las 6 empecé a prepararme: vestirme, vaselina, unas galletas con isotónico y chutando para el estadio de la Cartuja, al que llegué sin novedad hora y media antes del inicio, donde había quedado con mi compañero de fatigas y entrenos Esteban, así como con la gente del Club y mi primo Mario, que se estrenaba en la distancia. Al final solo pudimos coincidir con los tremendos cracks Kike, camino de su primera maratón, y con Jorge del club atletismo Alovera, un fuoriclase que se maneja en el sub 3 horas y venía con un objetivo un poquito por encima de esa marca. Alguna fotito de rigor, muchas visitas al baño, quitarse el chándal, vestirse de romano, y como no conseguimos ver al resto de gente del Club ni a mi primo Mario, nos fuimos a la salida bastante justos, tanto como para quedarnos Esteban y yo al final de nuestro cajón (3:45-4:00).
Pistoletazo de salida, 14.000 personas, salimos muy atrás pero…se puede correr! Avenida ancha, y a los 200 metros vemos gente parando a mear en unos setos. “Tiene cojones”, pienso, pero en seguida veo que yo también tengo ganas pese a haber descargado 5 minutos antes, y pienso que quizá más adelante no sea tan fácil. Esteban está igual que yo, y paramos a desaguar a los 500 metros de salir, yo que jamás tengo ese tipo de necesidades en carrera. A partir de ahí empezamos a rodar, desde el km 3 en los ritmos buscados en torno a 5:15-5:20 según Garmin. La verdad es que me encuentro cómodo, pienso en la noche y no entiendo lo que pasó, ahora mismo estoy bien, muy fresco, temperatura ideal para mí, un poquito de frío, y empezamos a restar km. Voy con Esteban, mi compañero de fatigas, pero me dice si no voy muy rápido, me sigue, pero un paso por detrás.
Voy pendiente, y me debato entre bajar un poco el pistón o buscar la carrera que tenía en mi cabeza. Ir acompañado es un plus, más cuando has compartido tantos entrenos con tu compañero, pero yo sabía que era mi oportunidad por perfil y temperatura, ambos sabíamos lo que era terminar un maratón y bueno…al final me dijo que tirara tranquilo, pasando a despegarme suave pero inexorablemente de él a partir del km 12. Antes, nuestro paso por el km 10 se hacía en 53:37, cuando el paso óptimo hubiera sido en 53:00, lo cual está muy bien ya que la diferencia entre el recorrido real y el garmin podría ser perfectamente ese medio minuto y asumíamos que al principio iríamos un poquito más lento hasta encontrar el ritmo de crucero.
A partír de ahí encaro la carrera en solitario (es un decir), y con muy buenas sensaciones, tanto es así que en uno de los kms veo que llevo un ritmo de 5 pelados y decido que no puede ser, hay que controlar la euforia y las buenas sensaciones, y me hago la promesa de intentar mantener el ritmo previsto, y si se puede, apretar un poco en el 35, cosa que veo factible con una gran dosis de optimismo por mi parte.
El paso por la media maratón lo hago en 1:52:08, frente al 1:51:49 previsto, una gran noticia porque repito, Garmin siempre da metros de más, estoy clavando los parciales Km tras Km y me encuentro bien. Bebo en todos los avituallamientos, que son muchos y muy bien organizados, y voy cumpliendo con la liturgia de mis geles tanto en el km 15 como en el 25.
Desde la media al Km 30 mantengo el ritmo, pero me doy cuenta que la felicidad está dando paso al cansancio de piernas, ya desde el 28 empiezo a notar apreciablemente un bajón físico, más un tema de piernas que de corazón, pero mi compañero Kake luego analizando datos me haría ver que precisamente desde el Km 27 pego un subidón de pulsaciones que se mantendría hasta el final. Paso por el Km 30 en 2:39:22 frente al 2:39:00 teórico, no se como hago para mantener esa regularidad pasmosa, los entrenos han servido para interiorizar el ritmo de una manera sorprendente, pero es así, la mantengo, para encarar los últimos 12 km de la prueba.
Esta última parte ya es a cara de perro, empieza a subir progresivamente el nivel de sufrimiento y me pasa como en Madrid, se me cierra el estómago y me cuesta beber, aunque me fuerzo a hacerlo. Consigo mantener el ritmo pero en vez de reteniéndome como al principio, empujando con lo que se puede, y llego al km 35 ya muy cerca de la Plaza de España. Para dar cuenta de la dimensión del agotamiento muscular tengo que contar, con gran patetismo, lo que me ocurre sobre el km 33. En un avituallamiento dan esponjas, de manera que cojo una y me la echo por lo alto, cojo otra y me echo el agua por las piernas. Con la mano derecha me enjuago en la pierna izquierda y me pega un tirón en el pectoral que me quedo hecho mierda. Tuve que estar un buen rato estirando el brazo como un director de orquesta o un guardia de tráfico hasta que aquello se me pasó un poco.
Ya en el 35 me tomo muy forzado el tercer gel de los 4 que tenía previstos, y que a la postre sería el último, y sufro. Que la parte más multitudinaria de la Maratón sea al final es muy bueno porque te ayuda a pasar mejor el sufrimiento, pero por otra parte es una pena porque no es posible disfrutar de la belleza de la ciudad como merece. Desde el km 36 en Plaza de España y por todo el centro ya tiro de cabeza, pura y dura, luchando contra la tentación de parar junto con las decenas y decenas de corredores que lo hacían a mi paso. Flojeo en algún kilómetro con ritmos más bajos, en torno al 5:30, pero que malcompensaba a los siguientes con otros a 5:15, perdía algo de tiempo pero muy poco, era momento para la heroica, con dolor de estómago, rodillas y plantas de los pies, y algún amago, pero no materializado, de calambre muscular.
Aquí uno se pone hitos a muy corto plazo, aquella esquina, la catedral, o sobre todo pegarse a alguien que llevara un ritmo bueno para mí. La subida al puente de la barqueta, una cuesta mínima en dureza y longitud parece el Tourmalet, pero ya encaramos el tramo final hacia el estadio.
Es el kilómetro 40, por el que paso en 3:33:00, frente a las 3:32:00 previstas. Pese al sufrimiento estoy aguantando el tirón, para cualquiera que solo analice los fríos números parece que ha sido un trámite ya que no me he salido del guión, pero como estaba costando!!!
Quedan un par de kilómetros en los que aún al límite, todavía me da para animar a algún compañero que se rendía a la tentación absoluta de caminar.
En las cercanías del estadio veo a Irene, la mujer de Somo que me anima, es un último esfuerzo pero la verdad es que no puedo apretar, encaro la entrada por el túnel y salgo al estadio, que es un clamor porque están entrando varias personas tirando de carros con niños. Progreso por el exterior, intento localizar a mi familia pero hay mucha gente…y en la recta de meta me doy cuenta de que ya estoy aquí, de que lo he conseguido una vez más, de que pese a mi correr cansino, arrastrando un cuerpo seguramente demasiado aparatoso para esto, he tenido los cojones suficientes para no rendirme, para saber sufrir y poner en valor todos los sacrificios de este invierno. Es mi momento, estiro los brazos para que me abrace la meta y si, sonrío, para llegar al fin, con un tiempo de 3:44:45.
Reventado, y un poco mareado recojo mi medalla, esa que es mía, ganada metro a metro desde Octubre, tomando conciencia de lo hecho, y del dolor de pies, piernas, rodillas, y todo lo demás, hasta encontrar a mi familia, (que por desgracia no pudo verme entrar), mis primos y Esteban, entre un mar de corredores tirados, doloridos, extenuados pero felices de su gesta, la gesta que existe detrás de la historia de cada maratoniano.
Finalmente Jorge terminaría su maratón un pelín por encima de las 3 horas, algo sobrehumano, Somo y Bustos firmarían unos impecables 3:23 (MMP para ambos), acompañados de Darwin en una entrada increible todos de la mano. Me hubiera encantado poder verla en directo, corredores acojonantes y mejores personas, se lo merecían, más después del año de salud que llevaban. Kike, estreno memorable con 3:34 y con las mejores sensaciones, una promesa de marcón futuro, y por detrás mío mi primo Mario, finisher de su primera maratón en 4:06, sufriendo lo indecible durante 9 km, hace falta tener coraje…y mi compañero Esteban, respecto del que siento una mezcla de tristeza y profunda admiración, ya que si bien su objetivo era otro, consiguió terminar en 4:10 después de una preparación muy complicada, con las uñas reventadas en carrera desde el km 25, siendo capaz de sufrir tantos y tantos kilómetros, algo que está al alcance de muy pocas voluntades. Ya tienes dos muescas de fusil amigo!
Decir que Sevilla ha dado todo lo prometido, gran recorrido, bonito y llano, espectacular ambiente y una organización magnífica destacando por demás ese ejército de voluntarios que tanto nos ha ayudado y animado.
Ahora pasados un par de días, las agujetas a raya y con la cabeza fría, pienso que es difícil mejorar lo hecho, pero que la maratón siempre te espera, para tratarte o maltratarte, como un canto de sirena, bello e irresistible, tentador pero implacable.
Un viaje que se ha empezado con miedos e inquietudes, que ha mezclado euforia y agonía, y que se finaliza con la melancolía de haber disfrutado de algo que no sabemos si será posible volver a conseguir….ahora, que nos quiten lo bailao!!
Grande, amigo. Una crónica acorde a la gesta realizada